EL SEMEJANTE












¿Cuál es el sutil sendero que nos acerca al otro
al semejante?

¿Cuándo el corazón palpita por si mismo
y no en el pecho del otro
del semejante?

¿Por qué mis ojos están ciegos
si no se ven reflejados en la mirada del otro
del semejante?

¿Por qué mis manos mi boca mis sentidos
mis huesos mis sueños mi nostalgia
se desvanecen como flores marchitas
cuando no se desparraman en el otro
el semejante ?

Mis pasos son sus huellas
mi caricia sus manos
mi fracaso sus miedos
quizás vivir sea eso simplemente
encontrar en el otro lo que nos pertenece
ofrecerle al otro aquello que ha perdido
como pájaros huérfanos en la noche
como acróbatas locos en un día de fiesta
como olas rompientes de una misma marea

Nadie en si mismo es nada
si no hay un semejante que lo arrulle
aún la soledad
está habitada por fantasmas semejantes

¿Será esa el alma entonces
ese cristal efímero que palpita
y se quiebra y se nace eternamente?

¿Será esa el alma?
no la tuya no la mía
sino la nuestra
porque si esa es el alma
entonces sí
nos habremos ganado el infinito




Artista plástico: Henri Matisse

2 comentarios:

Silvia García dijo...

El semejante soy yo.
Es mi reflejo.
Es el espejo donde me miro...
Con los ojos del alma.
Si ellos están ciegos, mi alma lo estará.
Le falta la LUZ que me llevará a ganar el infinito.
Saludos

Virginia Giussani dijo...

Gracias, Silvia por tu comentario.Aunque te confieso que el espejo en donde me miro, con los ojos del alma, ya está cansado de ver mis ojos y mi esencia desnuda. La LUZ me invade y me desborda por todos los rincones pero no me alcanza, porque también sé que ningún ser humano puede sobrevivir si no se ve reflejado en otro que también late, palpita y brilla. El universo no es unilateral, es multifacético y con infinidad de rostros. A ese universo me refiero en el poema.
Un abrazo